martes, 13 de octubre de 2020

La importancia de la juventud en la política

Buenas noches a todos, muchas gracias por estar acá presentes en este 4to encuentro regional de Jóvenes Liberales. Antes que nada, quiero dirigir mis agradecimientos al Club de la Libertad, a su presidente Alberto Medina Méndez, a las fundaciones auspiciantes Naumann y Atlas Network, a Marcos Hilding Ohlsson y a mis amigos de la Coordinación de Jóvenes Unidos. También enviar un muy cálido saludo en el Día de las Madres. Voy a empezar mi alocución con una frase aplicada a otro ámbito, atreviéndome a tomar una licencia: Los jóvenes somos el ahora del mundo. ¿Y por qué es necesario recalcar esta afirmación? En la sociedad persiste la idea de que los jóvenes somos el futuro, de que los adultos tienen que trabajar para dejarle el mejor mundo posible a los jóvenes, que son las generaciones futuras… Bajo estas frases, de las que no cuestiono sus buenas intenciones, la juventud es relegada de la opinión pública y de la toma de decisiones que, más temprano que tarde, afectarán nuestras vidas. Se llega a afirmar que los jóvenes no estamos preparados, que nuestras opiniones son cambiantes y tendientes a modas, que aún no somos plenamente conscientes para tomar una postura, que nuestros pensamientos no están fundamentados, entre otros pensamientos muy populares, que nosotros, los jóvenes que tenemos ese afán de participar en la vida cívica activamente, tenemos que desmentir. ¿Cómo podemos mostrar el error? Tenemos que prepararnos: Debemos ser humildes para aprender de nuestros mayores, tenemos que leer e interpretar a los grandes pensadores de la historia, tenemos que estar atentos y poseer un sentido crítico que nos permita disentir de las opiniones erradas, tenemos que apostar al debate sano y enriquecedor, intercambiando con otras posturas diferentes a las propias, más allá de las ideas de que se trate. Y a los adultos, humildemente, les pido que estén abiertos. Que estén cerca de los jóvenes para saber realmente cómo piensan, que les pregunten, que nos pregunten; que acepten la transición a una nueva era, con otros paradigmas y otras formas. Pero sobre todo, que nos escuchen atentamente. En el campo de la política es crucial la participación juvenil, fundada y consciente de lo que ella implica. Y este 2021 va a ser el año de los jóvenes en la vida política. Tenemos que agradecer que esto sea posible a tantas personas que desde hace mucho tiempo vienen realizando la famosa batalla cultural, defendiendo y dando a conocer las ideas de la libertad, las que hicieron grande a nuestro país. Y también a aquellos que también desde la actividad política pusieron en la opinión pública posturas que antes se creían extintas o que estaban demonizadas. La formación de diversos espacios políticos de cara al año que viene y a las elecciones subsiguientes, basados en la defensa de los tres derechos básicos, la vida, la libertad y la propiedad privada, es la muestra de que las ideas de los ilustres liberales de la historia están aflorando popularmente en todo el país. Y más notable es la activa participación juvenil en ellos. Hablando concretamente de donde vengo, Unidos, tenemos la fuerza de más de 16.700 argentinos apostando por la libertad, de los cuales más del 60% somos jóvenes, y encontramos en nuestro partido (¿?) un espacio de construcción y de debate, donde nuestras ideas y propuestas son aceptadas y consideradas. Valga mi reconocimiento a quienes dieron el primer paso para la constitución de Unidos sin pensar que iba a ser tan gratamente acogido por los que queremos algo nuevo para nuestro país: A Agustín Ecthebarne, Manuel Adorni, Miguel Boggiano, Marina Kienast, Gustavo Segré, Gustavo Lacha Lázzari, Fausto Spotorno, Constanza Mazzina, Marcos Hilding Ohlsson, entre tantos otros. Y también a todos los que hoy no son conocidos, pero que están llevando adelante un trabajo fenomenal en todas las provincias del país y en cada municipio donde hay miembros del partido: A los que llenan fichas, contactan a los preafiliados, a los coordinadores de voluntarios, a los equipos de IT y redes. Venga también mi constante agradecimiento a Jóvenes Uni2, el espacio concreto del partido que me recibió y confió desde el primer momento en mí, para trabajar juntos por una Argentina mejor, sabiendo que aún estamos a tiempo, y que quizá, mañana sea tarde. ¿Por qué creo en Unidos? Porque considero que las ideas son más importantes que las personas; que la unión es primordial para salir adelante; que los representantes deben responder a sus representados y no al poder de turno; que la democracia interna es fundamental para lograr los mejores candidatos; que la juventud es primordial para el presente y el futuro de la Nación; que debe haber espacio para el debate y el disenso, sin peleas personales; que es necesaria una maquinaria electoral, un partido propio, de todos los que defendemos la libertad, de donde salgan los mejores candidatos para que sean ellos quienes cumplan la función pública de la mejor manera. Son sólo algunos de los motivos por los cuales deposito una de mis últimas esperanzas de mi futuro y el de tantos otros jóvenes en la Argentina. Pero soy consciente de que esta tarea es imposible hacerla solos y que necesitamos la unión de todos los liberales y de la llamada centro-derecha argentina, quienes defendemos los derechos individuales de la vida, la libertad y la propiedad privada. Espacios como el Partido Libertario, La UCeDé, el Partido Demócrata Nacional, el Partido Demócrata Progresistam el Partido Autonomista, Valores, y tantos otros partidos provinciales y espacios municipales que estamos cansados de la decadencia argentina arrastrada de hace tantos años, desde que se dejaron de lado las ideas y los valores que hicieron pasar a nuestra Argentina de la barbarie a ser una gran nación. Y es en esta unión donde los jóvenes también tenemos un papel protagónico. Dejando de lado partidismos y aspiraciones personales, que no digo que no las debamos tener, la unión de la juventud liberal tiene que aflorar en cada facultad de todas las universidades del país, exigiendo, principalmente, el fin del adoctrinamiento educativo y una verdadera libertad de aprender, como garantiza nuestra Carta Magna, reclamando así por una educación libre, seria e imparcial, que no convierta a cada centro de estudiantes en unidades básicas o comités obreros. Pero este involucramiento de nosotros en la política no puede ser ni improvisado ni débil. Debe tener una gran base académica, y sobre todo moral, para que no sólo seamos tomados en serio, sino para que sepamos defender con convicción nuestros valores y principios, conociéndolos realmente en profundidad. Tenemos que olvidar momentáneamente los eslóganes, que serán muy útiles para las campañas, para meternos de lleno en las ideas y las palabras de los ilustres defensores de la libertad a lo largo de la historia, tanto argentinos, como Juan Bautista Alberdi, como no, tal Smith, Mises o Hayek. A la vez, no debemos caer en soberbias y arrogancias que nos alejen de la realidad, es decir, de la calle, porque sólo conseguiremos rechazo o desentendimiento por parte de gente valiosa y necesaria para la transformación de la Argentina. Tampoco podemos pecar de arrogantes frente a nuestros adultos, a quienes debemos mostrarles que somos capaces de opinar y construir junto con ellos nuestra visión de futuro. Es de ellos de quienes debemos aprender de primera mano los aciertos y errores a lo largo del camino que transitaron desde hace mucho tiempo, incluso cuando tenían nuestras edades, pregonando y defendiendo, en tiempos más difíciles, las ideas liberales. Creo yo que es necesario escucharlos con atención, valernos de sus experiencias, anécdotas, sabiduría y trayectoria para llegar también, con nuestra mirada joven, a nuestros padres, abuelos, vecinos y sobre todo a aquellos que ya están decepcionados, cansados y resignados, de que hay una generación nueva, atenta y abierta, con ganas de salir a comerse la cancha y mostrar que es posible una Argentina libre y pujante para todos los hombres del mundo que quieran habitar el suelo argentino. Mucho menos debemos menospreciar el servicio público per se, ganándonos, casi con seguridad, el rechazo de miles de maestros, enfermeros, médicos, policías y otros empleados del ámbito público, que no son culpables del desprestigio de la vocación por tantos años de uso proselitista del aparato estatal para devolver favores y mantener amigos del y en el poder. El ideal de la libertad no puede convertirse en una pesadilla para estos ciudadanos, sino que debe ser el motor para gozar de servicios de calidad, que después discutiremos las formas para lograr verdaderas justicia, educación, seguridad y salud. Creo también que nosotros los jóvenes podemos sentirnos muy cómodos desde la virtualidad, desde Twitter o las demás redes, haciendo esa parte de la política que día a día se vuelve más importante. Pero en algún momento hay que animarse a dar el primer paso, ir al cara a cara, al hablar y escuchar, al caminar, volantear, fiscalizar, ser voluntario y toda esa parte de la política real, que pasa por la calle y la cercanía, que a propios y ajenos les mostró que es necesaria para llegar a las bases de la sociedad. El primer paso sin dudas puede ser opinar y quejarnos, con todo lo que hay para quejarse, por las redes; pero si de verdad queremos ser diferentes, pasemos a la acción real. Y para nada quiero menospreciar el increíble trabajo de tantos periodistas independientes, influencers, intelectuales, profesores, académicos y tantas otras personas que, mediante las redes, los videos y las tendencias, son auténticos referentes y combatientes en la batalla cultural, primordial para que la acción política pueda ser fructífera. Antes de terminar, y aunque pueda sonar repetitivo, quiero agradecer a todas esas personas que desde hace años vienen allanándonos el camino de la libertad: A los más viejos, a los intelectuales, a los de las buenas formas, a los de la batalla cultural, a los de la vocación política, a los que llegan a millones de jóvenes y contagian el amor por ser libres, a los silenciosos y a los que llegan con sus palabras a tantos argentinos, a los que defienden con coraje y convicción sus valores, a los que buscan el diálogo y la unión, a los de toda la vida, a los más jóvenes y a los que ya no están… Gracias, liberales. Amigos, compañeros, jóvenes: Es nuestra hora. Involucrémonos y hagamos la Argentina que queremos. Por nuestras familias, por nuestros amigos, por nuestros amores, por nosotros mismos. Sepamos que somos muchos y aún estamos a tiempo. Porque como afirmaba el ya nombrado Juan Bautista Alberdi, quien no se entromete en los asuntos públicos, paga su pereza con su fortuna. Muchísimas gracias.

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